Algunos candidatos o políticos cuentan con nichos electorales muy segmentados y tienen relativamente identificados a sus electores, ya que los referencian con una ideología, grupo poblacional o sector geográfico. Generalmente dichos candidatos tienen un discurso dirigido a cautivar los electores pertenecientes a estos nichos donde son naturalmente fuertes y en ese orden de ideas identifican a sus electores potenciales, pero no los conocen puntualmente.

Para los casos donde el candidato no tiene dicha segmentación y su campaña o movimiento se basa en sus redes políticas a través de líderes en distintos sectores, el asunto se torna aún más difuso, entonces surgen dos preguntas:

¿Quiénes votaron por el candidato? o ¿Quiénes con toda seguridad votarán por el candidato?

El paso natural para buscar esas respuestas es consultar en la base de datos de la campaña, pero allí suele estar todo tipo de información, personas provenientes de listados de asistencia a eventos, reuniones, manifestaciones, recolección de firmas, listados de votantes de los líderes, base de datos para marketing y todo esto se convierte en una gran base de datos basura, si, basura; porque es imposible determinar quienes realmente votarán y quienes no, o en caso de ser posterior a elecciones, cuáles personas votaron y cuáles no.

Curiosamente cuando un candidato gana, todos votaron por él y si bien el candidato electo se debe a la sociedad en general, si es muy importante tener claro quien lo eligió. En caso de perder en las elecciones, conocer puntualmente a los electores que lo apoyaron es muy importante para recomponer su proyecto político a corto, mediano y largo plazo y de esta manera recuperar lo importante después de la quema, los electores que creyeron en el proyecto y que posiblemente podrían apoyarlo nuevamente.

¿Cómo lograrlo?

Las bases de datos de las campañas deben ser gestionadas de la mejor manera posible, con el fin de elevar el porcentaje de efectividad de la misma, a mínimo un 35%, siendo un valor aceptable entre el 40% y el 60%, para ello se tiene que definir un proceso claro de recolección de la información con el equipo de campaña y de tecnología, establecer parámetros de depuración, para aceptar, clasificar o rechazar un dato, incluso antes de registrarlo en un software político o software electoral; también se debe definir el mecanismo de verificación de la información propiamente con el elector y las medidas a tomar frente a listados suministrados por líderes con baja efectividad.

Este proceso debe realizarse durante la campaña con el fin de corregir fallas que puedan llevar a una derrota y para identificar claramente a nuestros electores, de esta manera establecer canales efectivos de comunicación y demostrarle a sus electores, que efectivamente importan para su proyecto político, logrando con esto fidelizarlos y reducir costos de su campaña.